Compartir Navegación de entradas AnteriorMateo 18, 21-19,1: La grandeza del perdónSiguienteMateo 19, 3-12: Amores despedazados Deja un comentarioCancelarTu dirección email no será publicada. Los campos requeridos están marcados * Guarda mi nombre, correo electrónico y web en este navegador para la próxima vez que comente. El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.