Si al menos comprendieran, qué es lo que conduce a la paz

En las circunstancias actuales que se viven en nuestro país, quiero encomendar especialmente a Colombia a la intercesión de la Virgen María, para que haya paz y bendición, se viva un progreso en un ambiente de fraternidad, de fe en Dios en un ambiente de conversión de corazón y de justicia, esa debe ser nuestra oración hoy y siempre por nuestro país que tanto amamos y tanto queremos.

Este es un llamado que hago en medio de una Colombia que tenemos que seguir construyendo, y que hemos hecho juntos durante muchos años. En el contexto de las movilizaciones que se han convocado, las cuales respetamos profundamente, pedimos que se hagan con respeto, orden y educación; pues también somos defensores de las causas justas, pero para que éstas prosperen, no necesitamos acudir a la violencia ni mucho menos destruir nuestro país, ni nuestra ciudad.

Si vamos a marchar por la educación, marchemos con educación, si vamos a marchar por el transporte, cuidemos el transporte, si vamos a marchar por los trabajadores, cuidemos a los trabajadores y nuestras instituciones. Es cuidando y amando nuestro país y nuestra ciudad, y no dañando lo poco o mucho que ya hayamos construido hasta el día de hoy, que nuestra voz llegará más lejos y hará eco en los diferentes estamentos de nuestra sociedad.

En esto tiene que seguir mejorando nuestra conciencia de amor a Colombia y a nuestras ciudades, y nuestra conciencia verdadera de progreso y de cambio que no incluye la violencia sino un ánimo permanente de superación, que excluya la anarquía y que fortalezca el orden y la organización; que no incluye las polarizaciones, sino la fraternidad, concordia, diálogo y unidad entre unos y otros.

Es providencial la memoria del día y el Evangelio de hoy, pues hablan de la venida del Señor y de la paz para Jerusalén que es la ciudad de Dios, y perfectamente pudiéramos pensar en la paz de nuestra ciudad y del mundo. Jesús al acercarse a Jerusalén y desde un lugar lejano, logra divisar la ciudad, llora conmovido, y su llanto tiene la característica de ser compungido, del alma, profundo, como de aquel que siente la necesidad de amar y cuidar su ciudad, su pueblo; que ama a su gente, y llorando dice esta exclamación: “si al menos tu comprendieras lo que conduce a la paz”, y esas palabras para Jerusalén son también para nuestra Colombia, es prácticamente el Señor hoy diciéndonos lo mismo: ¿qué es lo que nos conduce a la paz? cada uno discernamos y  reflexionemos esta pregunta.

Pensemos, ¿qué será lo que nos conduce a la paz? ¿serán las ofensas, los desmanes, la desorganización, la anarquía, la violencia, la incredulidad, el volvernos fríos ante las cosas de Dios? ¿Será el hecho de sabernos muy inteligentes o de tener mucho dinero? ¿Será que eso es lo que nos conduce a la paz?

Jesús nos invita a descubrirlo y por ello entiendo que, la propuesta de Dios me conduce a la paz, me conduce a la paz el don de Dios, me conduce a la paz el evangelio de Dios; la necesidad más urgente que tenemos es la de Dios, descubrirlo vivo presente y llamándonos a cambiar nuestra realidad familiar, social, personal, inclusive en la Iglesia. El Reino está escondido a tus ojos, dice Jesús, no lo entendía Jerusalén y por eso pasó todo lo que pasó, Jesús profetiza una destrucción y podemos seguir viéndolo hoy cuando no reconocemos la venida de Dios a nuestra vida ignorándolo, hacemos planes y proyectos, pero sin Dios; los verdaderos cambios vienen de la mano de Dios, pues de Él viene la justicia y la verdad.

Ojalá que hagamos más y hablemos menos, que se vean más obras y más cambios, que sumemos en la construcción de un país nuevo, con gobernantes más fraternos y honestos, comprometidos con el pueblo, no vendidos al mejor postor. Eso es lo que debemos renovar más allá de cualquier tendencia; somos todos seres humanos y estamos construyendo juntos a Colombia. El aporte de todos es valioso e importante para la transformación real y auténtica de nuestro país.

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1 comentario
  1. Gabriel Alfonso Sarmiento Bravo

    Señor Jesucristo te doy gracias por tú continúo amor hacia la humanidad. Te doy gracias por la fortaleza qie le das a mi sobrino Thomas, para con la cirugía.

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